Camagüey, -El estudiante camagüeyano Reinaldo Martín Pardo es noticia en Cuba y en el mundo: obtuvo medalla de Bronce en la Olimpiada Internacional de Química, con sede en Ankara, Turquía, entre el 9 y el 18 de julio. Acaba de regresar a su ciudad natal tras el largo viaje. Amigos y compañeros de estudio han ido hasta su casa en el reparto La Vigía para felicitarlo y compartir con él las experiencias vividas.
No fue precisamente en el hogar suyo, donde lo encontramos, sino en el reparto América Latina en la casa de Julio Rodríguez, el profesor de la especialidad en el Instituto Preuniversitario de Ciencias Exactas “Máximo Gómez Báez”, quien lo captó desde décimo grado y no le ha perdido ni pie ni pisada al prometedor y futuro hombre de ciencias.
Con apenas 18 años de edad y la espigada figura de poco más de seis pies de estatura, el joven muestra madurez y sapiencia, acompañadas en ciertos momentos por una frágil timidez sumergida en el olvido en la medida que transcurre la entrevista.
La confrontación de conocimientos en Turquía dejó en él varias experiencias, primero, conocer un lugar totalmente nuevo con una cultura milenaria, establecer contacto con personas con las que nunca había compartido, el prestigio de participar en un evento de tal magnitud y la satisfacción personal de ganar la medalla, algo increíble, acotó.
¿Los contrincantes eran personas como tú, de mucha preparación?
“Hay países que tienen una preparación mucho más desarrollada que Cuba. Este año el entrenamiento nos sorprendió, tuvimos corto de tiempo, aún así hay que destacar que nuestro país en ese tipo de evento obtiene buenos resultados, a pesar de llevar sólo un estudiante por año y con las limitaciones de recursos.
“Hay países que se pasan mucho más tiempo entrenando, en mejores condiciones que las nuestras, sin limitaciones de laboratorio y cogen oro y plata, pero si hablas con la gente tienen muy buena opinión de los estudiantes cubanos.
“Llega el momento en que uno no ve el intercambio como una competencia, que trata de hacerlo lo mejor posible para obtener una buena posición. Es de mucha exigencia, temas muy fuertes que requieren mucho tiempo de entrenamiento, estudio y preparación”.
¿Desde muy niño te gustó la química?
“Realmente no me llegó a gustar la química como química hasta que me vinculé a los concursos. Siempre me gustaron las ciencias, la lógica, la matemática, sobre todo, y cuando entré al pre cogí química porque me pareció una buena oportunidad de llegar a la preselección nacional. Desde que empecé a estudiarla así me gustó mucho más.
“Es una asignatura que tiene mucha lógica, mucha matemática” reiteró, para luego reconocer las bondades de Julio Rodríguez como profesor y, dijo que sin su apoyo nunca hubiera integrado preselecciones y llegado a estas competencias.
¿En el futuro qué piensas hacer en el campo de la química?
“Cogí la carrera de química pura en la Universidad de La Habana. Pienso estudiarla, graduarme e investigar, sobre todo, y veré que pasa”.
¿Cómo acogió la familia la medalla?
“Muy bien, muy contentos. Al menos yo estaba un poco pesimista, pensaba que no iba a coger nada por el poco tiempo de preparación, además la participación en este evento nos cogió por sorpresa. Me sentí muy bien con la medalla y la familia, que me apoyó antes y después.
¿De la química lo más que te atrae es investigar?
“Investigar, sobre todo, encontrar algo nuevo, buscar la explicación a las cosas, es algo por explorar, todavía hay muchos campos de la química que no se han investigado a profundidad”.
¿Reinaldo es un joven común, como cualquier otro?
“Me encanta la música, veo películas, voy a fiestas, solo que dedico un tiempo a estudiar, sobre todo, cuando estoy en la cercanía del tipo de evento. Hay que hacer algunos sacrificios, aunque uno no deja a un lado las otras cosas”.
La medalla de bronce adquiere mayor relevancia cuando se sabe que asistieron a la olimpiada cerca de 280 alumnos de 73 países. En el ámbito iberoamericano, Cuba se ha mantenido entre los cuatro primeros lugares y podría mejorar de tener un mayor fogueo de preparación y una cifra superior de estudiantes en competencia.
En Turquía tuvo que asimilar reglas propias de la Olimpiada, desde que el estudiante llega a la nación sede, se desvincula del profesor-entrenador, tiene que valerse por si sólo, con el auxilio de la guía de grupo, y vuelve a verlo prácticamente al finalizar la competencia.
A Reynaldo le cupo el honor de ser de los tres alumnos: un norteamericano, un vietnamita y él como cubano, encargados de pronunciar las palabras de bienvenida entre las que él entremezcló el español, el inglés que aprendió con su padre desde pequeño, y un bocadillo al final en turco.
Así de sencillos e inteligentes son nuestros jóvenes, no engreídos por los conocimientos adquiridos. En ese espejo tienen que mirarse otros, porque Reinaldo, a pesar de ganar Medallas de Oro en los concursos nacionales de décimo, onceno y duodécimo grado y Premio Absoluto en el entrenamiento para la olimpiada internacional de química, no muestra un ápice de altanería.
La madre y el padre tienen que sentirse orgullosos de él y de su otro hijo: Ruber, quien conquistó en el 2008 la Medalla de Oro en el evento iberoamericano de física en México y la presea plateada en la Olimpiada Internacional de Física, un año después en la propia nación azteca
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